sábado, 6 de noviembre de 2010

El primer día del resto de vuestras vidas

Pero la luz no era lo suficientemente fuerte, no veía más allá de 2 metros. Los pasos se acercaron lentamente y una voz sumida en la oscuridad pregunto:
    - ¿Hay alguien ahí?
La voz era femenina, pero no respondí. No podía
Para mi desgracia, no importaba la situación, mi caso era un caso muy específico y extraño de mutismo selectivo. No puedo hablar con nadie, sea hombre o mujer, hasta que este no inicia una conversación conmigo, diciéndome su nombre, tranquilizándome y diciéndome cualquier cosa. Mis relaciones sociales por tanto son como poco difíciles. Por suerte pude tratarme en un centro especializado cuando tenía doce años, gracias a eso, transcurridos esos minutos puedo empezar a hablar con mi interlocutor con normalidad. Si posteriormente hablo con esa persona, puedo mantener una relación normal. Por eso fui yo el que se quedó fuera, esperando a que Rodey pidiera las llaves de la habitación. De ahí la diferencia de novias en la universidad. Como otras tantas veces me quede completamente bloqueado, casi con la respiración cortada. Como otras tantas veces intenté obligar a mi lengua a moverse como me habían enseñado, ha emitir algún sonido para que aquella mujer no se preocupara. Mi vista bajó y note las pulsaciones de mi corazón en las sienes, como otras tantas veces. De repente la luminosidad bloqueo mi vista por unos instantes. La mujer que tenía enfrente de mi había encendido la luz del relativamente corto pasillo desde su posición cercana a las escaleras. La luz que tenía en mis manos se había apagado hacia varios segundos y ni me había dado cuenta. Pude por fin observar a mi interlocutora: era una mujer de unos treinta años a simple vista, en realidad tenía treinta y cinco pero eso no lo sabría hasta más tarde, lo cierto es que aquella mujer era impresionante. Alta, con unos ojos verdes preciosos, un pelo aún más bonito, pelirrojo, y unas curvas por las que más de uno suspiraría. Aquella mujer estoy seguro estaría acostumbrada a ver rondar a su alrededor hombres de todo tipo que atraídos por sus encantos, intentarían cualquier cosa con ella. Pero creo que pocas veces se encontraría de frente con un adolecente de veinticinco años con un móvil en la mano, que no le responde, solo en la oscuridad en medio de un motel en plena noche. Para colmo el gesto de mi cara era un rictus de esfuerzo, producido por mi intento fallido de hablar, las sienes algo coloradas y la mirada en el suelo.
-¿Puedo ayudarte? ¿Estás bien?- Para mi sorpresa, la mujer no se asustó, ni me miro como si fuese un bicho raro o se rió de mí, sino todo lo contrario, se estaba preocupando por mi. Por desgracia yo no podía hacer otra cosa: terminar de abrir de una vez por todas mi cuarto y entrar, dejando a la mujer en medio del pasillo con cara de extrañada. Me sentía mal por aquello, pero no quería hacer el ridículo otra vez. Si mañana por la mañana veía a Rodey y coincidíamos desayunando le pe diría a él que se disculpara.
 Tras una reconfortante ducha me dispuse a dirigirme al comedor a cenar. Ni siquiera había deshecho las maletas, mañana por la mañana volvíamos a la carretera. Baje hasta la segunda tercera segunda planta y crucé el descansillo de las escaleras, abrí la puerta del pasillo de Rodey y vi que en pleno pasillo se encontraban dos hombres. Uno de ellos con traje de chaqueta y el otro en bata. Ambos estaban fumando, a pesar de que se prohibía fumar en los pasillos del motel. El hombre del traje de chaqueta estaba hablando casi en susurros y su interlocutor, un hombre entrado en años se encontraba bastante más alterado:
-… permitir que le hagáis eso a mi hijo y ni a su familia. ¡No tienen nada que ver con mis negocios!- dijo el que llevaba la bata
-No depende de mí, sino de usted señor Anderson. Él está aquí en Luisiana.- Replicó el que llevaba traje de chaqueta, un hombre alto, de la estatura de mi amigo Rodey, se notaba que estaba muy en forma, con un peinado muy militar. Dándose cuenta de mi presencia, se giró rápidamente, asique no pude verle la cara y se encaminó hacia la puerta que yo acababa de abrir. Su interlocutor se giró y entro en su habitación sin ni siquiera mirarme. Me quedé bastante extrañado, no todos los días ves un encuentro al más puro estilo de las películas. Llamé a Rodey y nos dirigimos al comedor.
-Tío, esto es un muermo, no veo ninguna de mis “musas”- Se quejó amargamente Rodey
-Deja de pensar por un instante en lo mismo, y dime, ¿has visto en el motel a un hombre en traje de chaqueta y aspecto de guardaespaldas?-
-¿De qué hablas? No, evidentemente, deja de ver tantas películas y dime que vas a pedir de cenar. Lo que yo necesito es una cerveza. Qué bien me va a sentar una ahora mismo…-
-Está bien, pero si ves a una mujer pelirroja, avísame. Tienes que decirle algo de mi parte-
-¿Qué? ¿Una mujer, mujer? Pero tío, llevamos 1 hora en este sitio y ya estas ligando. ¿Dónde está tu “mutismo selectivo”?
-Precisamente, resulta que….- Seguí contándoselo por el camino. Pero no podía concentrarme, no se qué me pasaba, no podía dejar de pensar en aquellos dos hombres en el pasillo de Rodey.





Durante la cena no pude ver a la mujer que dormía apenas tres puertas más allá de la mía, pero al menos yo clame mi hambre y Rodey su sed. Volvimos cada uno a nuestros cuartos. Tras desvestirme y lavarme los dientes me tumbé en la cama y casi sin darme tiempo a pensar en nada me dormí.
En ese preciso instante me desperté. Mire sobresaltado a izquierda y derecha desorientado. Había tenido una pesadilla. Eran las tres y cuarto de la noche. Me tumbé de nuevo y cerré los ojos. Así me llevé al menos cuarenta y cinco minutos, entre el sueño y el desvelo. Me senté en la cama atontado. Mi cuerpo me pedía descanso pero mi mente no me dejaba.  Sería mejor echarme algo de agua en la cara y relajarme. Encendí la luz del pequeño cuarto de baño y me dispuse a abrir el grifo cuando escuche sirenas fuera. El baño no tenia ventana, así que me vi obligado a ponerme los pantalones y  una camiseta, salir al pasillo y asomarme, porque la ventana de mi cuarto daba hacia la parte posterior del motel, un bosquecillo de arboles bajos.
Al salir al pasillo, dejé la puerta abierta de mi cuarto para iluminar. Me asomé a la ventana y vi una ambulancia entrando en el poblado parking del motel. A mis espaldas, una puerta se abrió. Vi salir a la mujer pelirroja de su cuarto. Estaba en una bata, demasiado provocativa diría yo, lo cual acentuaba mi mutismo. Noté que se me encendían las mejillas y miré al suelo otra vez. Esa vez no supe ni con qué cara me miró. Volví a entrar rápidamente en mi cuarto y cerré la puerta. No me paré a pensar en que pasaría en el motel, supuse que alguien habría tenido algún problema digestivo, la cena era poco digestiva. Pensé en llamar a Rodey, pero mi móvil se había quedado sin batería definitivamente. Volví a quedarme dormido casi sin querer y vestido.
Abrí  los ojos de nuevo. Esta vez con el corazón en un puño. Supongo que todo el mundo ha tenido alguna vez una pesadilla en la un susto te hace despertar con el corazón encogido de puro terror. Para mi desgracia, lo que a mí me despertó aquella fatídica noche fue un grito. Un grito real. Un grito que me heló la sangre en las venas. Mezcla de terror, dolor y una angustia tal que aún hoy me pone los pelos de punta. Me senté en la cama jadeando, tras unos segundos de duda salté literalmente de la cama, me puse los zapatos y salí al pasillo. Enfile hacia las escaleras. Solo pensaba en que tenía que ver si Rodey estaba bien. Baje los dos pisos rápidamente y abrí la puerta de su pasillo. Pulse el interruptor. No se encendieron las luces, si no que empezó a parpadear la lámpara de neón de emergencia. La luz normal, no sé por qué, no funcionaba. La bombilla de emergencia, q indicaba la salida era una luz tenue y muy dorada, que parpadeaba, permitiéndome solo ver en fragmentos horribles lo que había en el pasillo. Mi corazón volvió a encogerse, al ver un cuerpo tirado en el suelo, asomando solo los pies por la puerta  frente a la de Rodey. Abrí muchos los ojos. Un parpadeo de luz. Oscuridad. Dos parpadeos. Oscuridad No podía moverme. ¿Era un cadáver? Tres parpadeos de luz. Oscuridad. Cuarto fogonazo, las piernas entraron de golpe por la puerta, como si alguien hubiese tirado del cuerpo con fuerza, hacia el interior del cuarto. La puerta de la habitación de Rodey se abrió de golpe.
    [Continuará]

3 comentarios:

  1. El estilo me sigue agradando. Además el personaje es curioso, le es díficil sociabilizar eso supongo que si estalla una buena y no puedes confiar en cualquiera le puede ocasionar más de una putada... La estructuración del texto va bien, pero debes cuidar lo que te comente por messenger el tema de los tiempos y alguna que otra jugarreta del teclado.

    ¡Un saludo!

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  2. Omg que bien ambientas tio *_* lo estaba viviendo mientras lo leia te lo juro ^^

    Me parece genial, sigue asi y no te rindas!

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  3. Muchas gracias a los dos :) a pino por su ayuda y a pito por sus animos

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