domingo, 14 de noviembre de 2010

Huye, no mires atrás (3º parte)

En ese instante la alarma de incendios se activó (perfecto, un nuevo problema: el fuego) rociándome de agua y activando las luces de emergencias. Al encenderse esa escasa luz pude ver que no estaba solo en el pasillo... Una figura se recortaba en el extremo contrario del pasillo. La silueta en concreto alzó una mano y pulsó el interruptor de la luz de uno de los cuartos vecinos al mio. La luz de la habitación iluminó a la mujer pelirroja con la que tuve dos encuentros hacia pocas horas. La habitación de la que emanaba la luz era su propio cuarto. Su cara denotaba nerviosismo más que miedo (claro que ella no había visto los mismos horrores que yo) y me miró incrédula. Yo casi estaba temblando, al principio pensé que era otra vez aquel monstruo, y que iba a devorarme en la oscuridad...
-¿Hola? Por favor, respondeme ¿que está pasando? hay disparos y gritos, por favor tengo miedo...
Tragué saliva. Tendría que recurrir a mi segunda opción. Levanté la mano y señalé su cuarto, haciendo un gesto para que entrara.
-¿Qué? ¿Quieres que entre en mi habitación?- Dudó unos segundos antes de seguir -¿Acaso... acaso eres... mudo?- La verdad es que no era la primera vez que me hacían esa pregunta. Caminé hacia la habitación y entré, buscando con la mirada algo con lo que escribir: era mi única manera de comunicarme de momento con ella. Vi un bloc de notas encima de la mesita de noche, junto a un boli, también tenía un ordenador portátil en el pequeño escritorio del dormitorio. El cuarto olía a perfume femenino. Lo único agradable de los últimos acontecimientos. Cogí el bloc y comencé a escribir. Mientras lo hacia escuché que aquella mujer cerraba la puerta y se acercaba curiosa. Me presenté por escrito brevemente en el papel y se lo mostré a ella.
- Ah perdón, yo no me he presentado mi nombre es Mónica - y sonrió, con unos dientes perfectos y aquellos labios tan bonitos.
Seguí escribiendo en otra hoja  <<No soy mudo, tengo un raro caso de mutismo selectivo>>  Mientras escribía pensé que seguramente, si aquella mujer no fuese tan guapa y sexy, seguramente no me hubiese detenido a "charlar" con ella. Eso era algo que no solía ocurrirme, y menos en una situación como esta. Pero supuse que me sentía muy culpable por amenazar con mi arma a mis vecinos de pasillo que huían y no ayudarles. <<Es una enfermedad que impide hablar con la gente si no llevan un rato tratando conmigo. No se exactamente que pasa en el motel, pero tengo que bajar a la segunda planta a buscar a mi amigo y salir de aquí. Creo que alguien ha asesinado a un inquilino.>> Me pareció tan idiota decir que un zombie se estaba comiendo a la gente que no fui capaz de escribírselo. Y tampoco sé porque le dije a Mónica que tenía que busca a Rodey, pero igualmente le dí el escrito y comencé a salir del cuarto mientras ella leía. Para mi desgracia era la primera vez que la miraba bajo la luz directa: el agua del sistema anti-incendios  había empapado a Mónica, dejando su largo pelo mojado, y haciendo que su ropa se transparentase... Agité la cabeza y dí tres pasos hacia la puerta.
- ¡Espera! ¡No te vallas, tienes que llevarme contigo por favor! - Su voz temblaba por el miedo. Al decirle que un asesino andaba suelto, la había asustado. Me giré hacia ella de nuevo, negué con la cabeza, no haría de la niñera de nadie. Al girarme vi la ventana del cuarto y una luz se encendió en mi cabeza: las escaleras de emergencia. Caminé sin decir nada en dirección a la ventana. Abrí, no sin dificultad la ventana, ya que esta estaba un poco atascada. Me asomé. En la lejanía vi unas luces rojas y azules. Llegaba la caballería, ya era hora.

     Salí fuera, apoyando los pies en el suelo de rejilla. La brisa del exterior me acarició la cara y revolvió el pelo. Miré dentro del cuarto y le hice un gesto de despedida torpe a Mónica. Ella me delvolvió la mirada y el gesto con un rictus rígido. No supe adivinar si estaba enfadada o decepcionada, pero no podía pararme ahora. Baje por las escaleras, pasando por la tercera planta sin siquiera mirar, para evitar ver cualquier cosa desagradable si la hubiese. Llegué por fin a la segunda planta. Todo era cuestión de entrar en la habitación (esperaba que no hubiese nadie) llegar al pasillo y de ahí a las escaleras, pasar al otro lado del motel y llegar a la habitación de Rodey. Escuché el ruido de coches arrancando y algunos gritos más. La ubicación de las escaleras en las que me hallaba era el lateral del edificio, por lo que no podía ver la parte delantera, donde seguramente los inquilinos trataban de escapar. Abrí la ventana, que para mi fortuna no estaba cerrada. Al tratar de entrar por poco caigo al suelo. Seguía empapado a causa de la alarma antincendios. Además, a eso se unía el dolor que sentía aun en mis rodillas y codos a causa de la caída por las escaleras. Encendí la luz del cuarto en el que entré. No quería seguir a oscuras por nada del mundo. Salí de la habitación con sumo cuidado, abriendo primero una rendija en cada puerta y mirando al otro lado antes de continuar. Estaba en el pasillo. La luz de emergencia iluminaba vagamente mi camino. Llegué a las escaleras y de allí al corredor de Rodey.  El silencio en todo el edificio era ahora sepulcral, tras la confusión inicial, y aquí la oscuridad era total, pero la luz de las escaleras si funcionaba y pude echarle un vistazo al pasillo antes de entrar. Llegué al cuarto de Rodey y saqué las llaves que tuve la precaución de llevarme. Abrí la puerta y cerré al entrar. Rodey no estaba en su cama. De repente salió del cuarto baño con el ceño fruncido, para rápidamente reconocerme y relajar el gesto.
- Joder, al entrar dí:  "¡Rodey!", o algo así que casi me cago encima del susto... bueno que más da. ¿Donde carajo estabas? me tenias acojonado. Salí fuera, pero me decidí a quedarme esperándote en el cuarto, al ver que no tenía la pistola supuse que ibas por tus cosas y volvías. Menos mal que no me has dejado tirado - Vi encima de una silla las maletas de Rodey.
- No, no podemos llevarnos tanto equipaje, coge una mochila y llevate lo imprescindible - le dije.
- ¿De que estas hablando tío? No te acobardes, esperamos a que llegue la poli, detienen a esa tía loca y punto. Pero está claro que seguimos adelante, no voy a quedarme en este motel de locos. -
- Joder pero y si de verdad hay zombies hay fuera y... - Me interrumpieron las carcajadas de mi amigo, que tuvo que taparse la boca para no seguir riéndose:
- No te preocupes, si son zombies, llamamos a los Power Rangers y listos. Ellos podrán con la crisis. -
- ¡Maldita sea Rodey, esto no es una broma, ha muerto gente, tu lo has presenciado! - Yo no solía gritar, supongo que en parte debido ha que era muy poco hablador, así que Rodey debió darse cuenta de que yo estaba realmente preocupado.
- Joder tío tranquilo, no va a pasarnos nada ¿como puedes pensar en zombies ahora? esto no es una película mala. ¿Escuchas? la poli está llegando- Fuera sonaban las sirenas acercándose. Pero yo no estaba prestando atención. La luz auxiliar, que aun parpadeaba al otro lado de la puerta, en el pasillo, se dejaba ver por debajo de la puerta, así mismo, aunque los aspersores de agua del techo ya habían parado, el agua se había encharcado en el pasillo, En ese momento caí en la cuenta de que ni había visto fuego ni el olor a quemado característico. Supuse que el incendio debió haberse extinguido.
- ¿Que es ese ruido? - Preguntó Rodey. Efectivamente, se escuchaban pasos, claramente gracias al agua del pasillo.
- Debe ser ella, la mujer pelirroja que tiene un cuarto cerca del mio, seguramente me ha seguido.. -
Abrí la puerta sin desconfianza. Pero al otro lado lo único que caminaba estaba muerto. Un hombre grueso y alto se aproximaba hacia nosotros, apenas a un metro de la puerta, con la ropa desgarrada y heridas claras en la enorme barriga, muy posiblemente dos mordiscos que hacían que la grasa subcutánea estuviese a la vista. Creo que había visto a aquel hombre aparcando su coche unos minutos después que el nuestro. La risa de Rodey debió llamarle la atención. Desenfundé el revolver y apunté al hombre. No pude decirle nada pero supuse que si era consciente de que lo estaban apuntando con un arma se detendría. Lejos de eso parecía que ahora, al verme, tenía más prisa por acercarse.
- ¡Rodey, la ventana!¡Vamos a salir por ahí joder! - Rodey miraba al hombre incrédulo, con los ojos muy abiertos, y yo estaba demasiado asustado como para pensar en simplemente cerrar la puerta para darnos tiempo. La oronda figura se acercaba con los brazos extendidos, con un ansia tremenda por cogerme, y la boca abierta. Reculé hasta que estuve cerca de la ventana, por donde Rodey ya estaba saliendo. Hice lo propio y saqué mi cuerpo por el orificio hacia las escaleras de incendios. Empezamos a bajar la única planta que nos quedaba y desenganchamos las escaleras de mano para que llegaran al suelo. Rodey yo bajamos hasta el suelo. Por fin fuera. Respiré una bocanada del aire fresco que la madrugada  me ofrecía. La luna llena iluminaba la noche. Miré a Rodey .
- ¡Mierda tío! ¿¡Pero que coño era eso!? ¡No lo puedo creer, me cago en todo!
No pude contestarle, él ya sabia en la locura en la que estaba pensando. En ese instante un ruido de cristales rotos llamó nuestra atención. El hombre había roto el cristal de la ventana y estaba saliendo por ella, con mucha dificultad. Todavía teníamos tiempo de sobra de escapar de allí antes siquiera de que ese monstruo sacase la cabeza al exterior. Empecé a correr hacia la parte delantera del motel para dirigirme al coche.
  En ese instante, el zombie (o lo que diablos fuera) de la ventana comenzó a gritar.
  Imaginaos una mezcla entre el sonido de un elefante enfurecido con el grito de una mujer siendo torturada. Amplificadlo como si se tratase de un concierto y tendréis el resultado de lo que la oronda figura comenzó a proferir. El dolor de mis oídos hizo que tuviese que llevarme las manos a los oídos, y un mareo repentino me obligó a caer al suelo. Me encogí en posición fetal mientras yo mismo gritaba de dolor, aunque era incapaz de oírme. No se cuanto tiempo me quedé así exactamente, pero cuando abrí los ojos pude ver que el zombie estaba completamente fuera, mirándonos des la altura de dos pisos de altura, de pie en las escaleras de emergencias. Como si no supiera que hay que hacer para bajar, "aquello" empezó a caminar hacia delante, y viendo que no podía avanzar a causa de la barandilla... se tiró al vacio. Me puse de pie a la par que Rodey, y ambos retrocedimos unos pasos. El crujido de los huesos del gordo al caer contra el suelo fue más que desagradable. Ambos no quedamos mirando el cuerpo, tumbado bocabajo, durante varios segundos, sin saber que hacer. Las sirenas de la policía estaban ya aquí, en el motel. Escuchamos a los coches aparcar. allí, en el parking. Pero ninguno de los dos podíamos reaccionar. "Aquello" , el zombie, o como se llamase, estaba poniéndose de pie.
             [Continuará]
            

2 comentarios:

  1. Tu no avises de que tienes un blog xDDD Ya lo leeré cuando tenga tiempo :P Besitoos

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  2. Visceral. Me encanta. More.

    Manolo, soy pino, te posteo desde está cuenta porque es muy engorroso andar cambiando de cuentas.

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