miércoles, 10 de noviembre de 2010

Huye, no mires atrás (2º parte)

     Miré temblando hacia el cuarto con la puerta entreabierta, la que estaba frente a la de Rodey. La luz dentro estaba apagada. Empujé la puerta con el pie y esta se abrió lentamente.
     Dentro de mi deseaba no ver ningún cadáver y estar en un sueño, pero efectivamente, al encender la luz el cuerpo de una joven de aproximadamente veintisiete años, pelo moreno y vestida con los restos de un pijama se hallaba sobre un charco de sangre, a pocos centímetros se hallaba también el resto del cuerpo al cual pertenecían los pies que acababa de ver hacía unos minutos. Un hombre vestido con un batín azul oscuro (tal y como había descrito Rodey) se encontraba en una postura antinatural. Ambos cuerpos presentaban signos de haber sido... despedazados. Alguien se había ensañado con ellos. El olor a sangre me impregnó las fosas nasales y me hicieron retroceder, apartando la vista de los cuerpos. Como aprendería muy pronto, enorme error. Salí del cuarto, recorrí el corto pasillo y abrí la puerta de acceso a las escaleras. El rastro de sangre que salía del pasillo continuaba a partir de aquí. La persona a la que Rodey había disparado había subido las escaleras. De repente otros disparos y más gritos, procedentes de algún piso superior. Subí los escalones de dos en dos hasta la ultima planta, conteniendo las ganas de vomitar con miedo y nerviosismo, parecía que mi cuerpo estaba más centrado en sobrevivir por el momento que en el asco. Ver un cadáver siempre impacta, por mucho que la gente crea que tal vez no sea para tanto a causa de las películas. Imaginaos dos cadáveres, y además mutilados... Llegué a la planta número cuatro, el rastro de sangre se perdía aquí, lo cual quería decir que fuese lo que fuese había entrado en esa planta. Perfecto, mi instinto de supervivencia me dictaba que si el problema era de otros yo podría escapar, estaba siendo egoísta de forma inconsciente. Justo al pasar por la puerta de la cuarta planta, en la que no iba a detenerme por nada del mundo la puerta se abrió de golpe, haciendo que me detuviera de golpe. Delante de mi tenía a un hombre corpulento entrado en los cuarenta años, con la perilla recortada alrededor de la boca, se notaba que se había vestido rápidamente ya que solo tenía puestos los pantalones. Supuse que debía  de ser un policía, por sus musculoso torso y porque portaba un arma reglamentaria entre sus manos.
-¡Alto muchacho! ¡No tengas miedo! Soy agente de policía, debes ponerte a cubierto, no tengas miedo, ...- Mientras hablaba sostenía la pistola apuntando un poco por debajo de mis pies, en señal de que no me aria daño, pero si se me ocurría hacer cualquier tontería no perdería mucho tiempo en apuntarme. Me fijé en el pasillo que quedaba a sus espaldas, en el suelo estaba ella. La "lesbiana enferma" que Rodey había mencionado en su relato estaba tirada en el suelo, con todo el pijama destrozado y cubierta de su propia vitae. Detrás de ella varios agujeros de bala resaltaban en la pared. Al parecer los gritos y disparos que escuché venían de aquí, el poli debió haberse topado con ella y le disparó. Pobre muchacha, tal vez no había hecho nada... Las puertas de las habitaciones estaban abiertas y los inquilinos, curiosos, estaban asomados para ver el macabro espectáculo -Bien chico, ¿cual es tu habitación?-Me pregunto el policía. Yo ya sabia que venia a continuación, la palpitación en las sienes, y sentir que la lengua me pesaba varios kilos. Hice un esfuerzo por hablar, con la mirada fija en la pistola. Solo un leve gruñido surgió de mi garganta. En ese momento uno de los vecinos profirió un grito ahogado y levanté la vista. La joven tirada en el suelo... ¡se estaba poniendo de pie! Primero se puso de rodillas, y finalmente se incorporó completamente. Al menos tenía cinco agujeros de bala repartidos por el pecho y la la cintura. Nadie dijo nada durante varios segundos. De golpe todos los presentes empezaron a gritar, algunos cerraron de golpe las puertas de sus cuartos, al menos cuatro personas se abalanzaron hacia la salida: el policía y yo. Los cuatro se entorpecieron el camino y chocaron contra el agente, por lo que cayeron todos al suelo a mis pies. Volví a mirar a la joven completamente paralizado de nuevo. Me negaba a creer algo tan irracional, tenía que haber una explicación. La  mujer estaba de pie, aún sangraba, y se notaba la perdida de sangre, la piel  que adivinaba entre la sangre y los restos de ropa estaba arrugada y se color pálido. Pero su rostro... a pesar de las manchas de sangre era una joven normal, no tendría apenas treinta años de pelo castaño, ojos azules, delgada, era tan normal... En ese momento elevó la cara hacia el techo y empezó a gritar. Un grito agudo, como jamas escuchareis ninguno, no era de dolor o de angustia, sino que tenía una función muy clara: de golpe, los cinco que estaban a mis pies y se estaban levantando, tuvieron que ponerse las manos en las orejas para protegerse del grito, las bombillas a mi alrededor empezaron a romperse en mil pedazos, provocando una lluvia de fragmentos de cristal, la oscuridad cayó sobre mi como una manta muy pesada, retrocedí un par pasos por puro instinto, perdiendo totalmente el equilibrio, ya que detrás de mi estaban las escaleras que bajaban. Caí dando vueltas y rebotando literalmente contra los escalones hasta la planta dos otra vez. Los golpes y el dolor de mis oídos hicieron que me mareara y me quedase, no sé si fueron varios segundos o algunos minutos, postrado en el descansillo a oscuras. Cuando me volví a orientar escuché los gritos encima de mi cabeza. El ruido de los forcejeos era claro. Me puse de pie todo lo rápido que pude, y busqué el revolver en mi bolsillo. No estaba. Debió caerse mientras caía por las escaleras. Mis jadeos empezaron a transformarse en gimoteos. Dentro de mi cabeza solo me repetía "¡No,no,no,no,no!" si siquiera me paré a pensar si de verdad la joven era un puto zombie, ni como coño había gritado de esa manera, ni quise escuchar los gritos de pánico y dolor en el piso superior. Me puse a cuatro patas y empecé a buscar mi arma palpando con mucha rapidez el suelo y los escalones, mientras sentía las lágrimas recorrer mis mejillas. De repente nuevos disparos, alcé al vista y vi el reflejo en la pared de varios disparos. Después de eso, el silencio... Sabía que si aquella cosa estaba arriba me oiría. Me tapé la boca con mucha fuerza, arrastrándome por el suelo hasta quedarme con la espalda apoyada en la pared. Mis manos temblaban con fuerza. Tenía la cara empapada en lágrimas y la oscuridad más absoluta me rodeaba. El silencio era insoportable.
Ella podía estar a centímetros de mi cara y yo no saberlo.






No sé cuanto tiempo estuve completamente quieto en aquella postura. Pero me era imposible hacer nada. Estaba  completamente agarrotado. En ese momento, unos pasos suaves rompieron el silencio. Bajaban las escaleras lentamente. Los pasos llegaron hasta mi altura. Pensaba que los latidos resonando en mi pecho delataría mi posición. Pero no fue así, Fuese quien fuese siguió su camino, andando lentamente, pasando por delante de mi a un ritmo que se me hizo eterno. Cuando dejé de escuchar los pasos me incorporé casi de un salto, localicé con la mano la luz de las escaleras y la encendí. Vi mi revolver tirado a un lado en el entre piso. La escena que me esperaba allí estaba sacada de la peor película gore de la historia. Los cuerpos mordidos (si, mordidos) del policía y las cuatro personas que intentaban escapar se presentaban ante mí tirados por el suelo, casi irreconocibles. El vomito subió hasta mi boca y hube de darle salida girando el cuello hacia el hueco de las escaleras. Escuché más revuelo y gritos, pero ya no sabia si arriba o abajo, continué subiendo sin mirar atrás, teniendo que pasar por encima de los cadáveres.
Por fin llegué a mi piso, abrí la puerta que separaban zona de escaleras y pasillo. Al hacerlo casi choco por segunda vez consecutiva. Varias personas salieron a trompicones dispuestas a bajar por las escaleras dispuestas a marcharse de allí, a juzgar por las maletas. Al ver la oscuridad en la tercera planta causada por... el zombie, se giraron hacia mi y empezaron a gritarme, no recuerdo exactamente, preguntando que había pasado, que donde estaba la policía, y cosas por el estilo. Levante el revolver y les apunté, lo cual fue aun pero porque empezaron a gritar más aun, pero al menos empezaron a bajar las escaleras corriendo y me dejaron tranquilo. No solo so podía responder si no que no podía hacerme cargo. Bastante tenía en esos momentos con no hacérmelo encima del miedo que estaba pasando. Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta antes de que se apagara la luz. Abajo, otra vez, gritos de dolor, pánico y ruidos de peleas.
No cogería mis maletas solo una mochila, la cual llené con dos mudas de ropa, una botella de agua, las llaves de mi casa y del coche, el móvil con su cargador, la cartera, y no sé porque , supongo que por puro nerviosismo, metí también la pastilla de jabón de la ducha. Di varias vueltas por el cuarto sin sentido, de puro nerviosismo, y me senté comprobar el cargador de la pistola. Fue en ese momento cuando caí en la cuenta de lo cansado que estaba. La adrenalina había hecho de anestesiante durante ese tiempo pero ahora que estaba más calmado me di cuenta de lo diezmadas que estaban mis fuerzas. Pensé en sencillamente quedarme allí en el cuarto, esperar a que llegara la poli y punto. Nadie me haría nada allí. Además Rodey estaba a salvo. Pero caí en en la cuenta de que esto último no era cierto, No sabia si Rodey seguía inconsciente, si era así no creo que una simple puerta de madera le protegiese de aquella pesadilla. Además, todo el mundo sabe lo que ocurre cuando un ataque zombie asola un lugar, la policía es la primera en morir... Dios santo, estaba aceptando aquello como algo real, como si fuese posible que aquella lesbiana estuviese por ahí muerta, pero comiéndose a la gente. Joder. Pero aunque eso no fuese posible, estaba matando a la gente impunemente y a mordiscos... Pensé en salir huyendo yo solo, si buscar a mi amigo, pero deseché esa idea, Rodey había sido mi mejor amigo los últimos años, haciendo que mi vida fuese casi normal a pesar me mi problema psicológico. Si no me hubiese ayudado, seguramente no podría haber tenido a Rebeca, mi novia de la universidad, ni me habría integrado con facilidad en mi grupo de amigos. Tenía que devolverle el favor.
Tragué saliva. El cargador del revolver estaba completo con las seis balas. Me acerqué a la puerta y escuché. No se oía nada. Giré el pomo de la puerta y saqué medio cuerpo, apuntando con la pistola hacia fuera. Sin dejar de hacerlo, acerqué la mano al interruptor, para caer en la cuenta de que este se hallaba al inicio del pasillo, justo al entrar. Tenía que recorrer el corredor a oscuras y eso no me gustaba nada. Además mi móvil no tenía batería desde hacía horas, no podía contar con ninguna luz. Salí del todo y cerré la puerta tras de mi. En ese instante la alarma de incendios se activó (perfecto, un nuevo problema: el fuego) rociándome de agua y activando las luces de emergencias. Al encenderse esa escasa luz pude ver que no estaba solo en el pasillo...

2 comentarios:

  1. La lei entera anoche pero no comente por que me moria de sueño

    como siempre... me dejas con la intriga ¬¬ cabronazo xDD pero es lo que hace un buen escritor, es ese tipo de acciones las que te enganchan a la lectura.

    sigue asi =D

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  2. "Ella podía estar a centímetros de mi cara y yo no saberlo."

    Es brutal la frase. Junto a lo que le precede implica o da la sensación mejor dicho de agonía en su estado máximo. Me he imaginado la situación, es totalmente agonica y engancha.

    Muy bueno y en este texto no tengo gazapos que resaltarte.

    Un saludo

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