jueves, 31 de mayo de 2012

CONTACTO


Me desplomé allí y a los pocos minutos me quedé dormido. Casi no me dio tiempo a pensar que ahora estaba peor que al principio, sin arma; sin tener ni idea de donde estaban mis padres, ni Rodey, ni Mónica. Totalmente inmerso en una ciudad muerta.

Desperté, no se cuantas horas después, algo mareado y confuso. Cuando me ubiqué dentro de mi propia cabeza, miré a la calle. Estaba ya anocheciendo, por lo que había dormido lo que quedara de noche y todo el día. No sabía si sería buena idea salir de noche a la calle y sin armas, pero tenía que salir de allí y tratar de volver al polideportivo, era lo mejor. Aquella incursión solo al exterior había sido una locura, y lo único que ahora sabia es que mis padres estaban en paradero desconocido y posiblemente muertos... 
Comencé a lloriquear otra vez y la tristeza, la desolación,.... inundaron mi corazón y mi cabeza, pero ya sea por el instinto de supervivencia o por que era más fuerte de lo que yo mismo creía me recompuse enseguida. Además mientras no supiese al cien por cien que no volvería a ver a mis padres, aún quedaba una pequeña esperanza. Me aseé en el baño e hice mis necesidades, para mi fortuna aún salia agua por los  grifos. Entonces se me ocurrió que tal vez aquel tipo, el dueño de la vivienda, tuviese algún arma de fuego. Busqué como un desesperado hasta que encontré una pistola, una glock de bajo calibre, muy común en las casa americanas. Pero la alegría no me duró mucho, no encontré una sola bala en toda la casa.... Al menos era más que nada y me quedé con la pistola. En mi búsqueda encontré varias cosas más que podrían resultarme útiles: una mochila, en la que introduje una linterna, varias pilas, papel higiénico, mi toalla, tres mudas de ropa y algo de comida en lata que encontré en la despensa. (Yo había salido del polideportivo con una mochila parecida ¿dónde la perdí?) Por último recogí un hacha  de carnicero. Un cuchillo de hoja muy ancha que sirve para cortar carne y hueso con mucha facilidad. Me dio asco pensar que ocurriría si tenia que usar algo así, pero no podía perder más el tiempo. Si se decían a evacuar a la gente de aquel refugio seguro, yo tenía que estar allí. estaba harto de aquella locura. Retiré los muebles de la entrada y entonces caí en la cuenta: el dueño había huido de allí y dentro del piso no había ninguna llave. Solo tenía dos opciones: o partir la puerta, lo cual haría mucho ruido, o tratar de salir por el pequeño balcón que usé de entrada. Ninguna opción me parecía buena. También cabía la posibilidad de permanecer en allí hasta la mañana siguiente. Di varias vueltas por las habitaciones pensando que hacer cuando algo llamó mi atención del exterior. Una columna de humo se elevaba sobre la ciudad. Ya había visto un par de incendios, pero esto era distinto, el humo era muy muy denso y negro, tremendamente amplia como si manzanas enteras estuvieran siendo calcinadas con un fuego muy potente. Y estaba bastante cerca de mi posición. Me quedaban como mucho  20 minutos de luz solar. Cogí todas las sábanas, mantas y toallas y construí rápidamente una "cuerda" que até al balcón. Tras asegurarme de la fiabilidad de mi invento empecé a descender. Algo sonaba. parecía el motor de un coche acercándose. Justo al posar mis pies en el suelo apareció por mi derecha una furgoneta militar. Uno de esos pintados de camuflaje y que tienen una metralleta en la parte superior [GAZ-2975]. yo había visto solamente esos coches en películas y una vez en un desfile militar.
- ¡Eh! ¡Ayuda! - 
No era muy buena idea ponerme a gritar sin asegurarme que no había zombies cerca de mi, pero no me paré a pensar en eso. Los focos me alumbraron cegándome y pude escuchar como la ametralladora instalada en el techo del vehículo me apuntaba. Moví los brazos y los elevé en señal de que no era peligroso. El motor dejó de hacer ruido y las puertas se abrieron de golpe. Yo seguía sin ver bien a causa de los focos tan potentes. Vi figuras que se acercaban a mi y me agarraron por los brazos entre dos personas. Casi me llevaron en volandas hasta el furgón militar y me arrojaron no con demasiada delicadeza al interior. Cuando miré a mi alrededor me lleve un buen susto. Todos los militares llevaban colocados en sus rostros unas máscaras anti-gas.
- Ho... Ho... - 
Traté de hablar pero de nuevo era imposible; parece que los nervios me habían permitido gritar pidiendo ayuda (y el echo de que no hubiese nadie presente) pero ahora no. 
Eran cuatro más el conductor. 
Espacio de sobra y todos portaban armas. Subfusiles y pistolas. Pistolas que no dudaron en desenfundar y apuntarme con ellas al rostro tras mi infructuoso intento de comunicarme.

Que tenía miedo era decir poco. Que te apunten cuatro personas al mismo tiempo es algo que no recomiendo a nadie. Levante los brazos y abrí muchos los brazos.
- Comprueba que no está infectado - 
Dijo uno de los militares. Yo empecé a negar con la cabeza, pero dio igual. Me desnudaron casi al completo entre dos mientras comprobaban cada centímetro de mi piel, mis ojos y mi lengua. Cuando terminaron se miraron y asintieron.

- Perdona nuestra brusquedad muchacho, pero al verte balbucear nos pusimos en lo peor. ¿Como te llamas? - 
Se habían quitado las mascarás y pude ver que solo el conductor era una mujer. Miré a mi alrededor y suspiré. No iba a ser capaz de hablar con ellos.
- ¿Te sucede algo chico? ¿Estas bien? - Me espetó otro
- Dejadlo, que descanse un rato, tiene que estar en shock por el miedo. Lego nos podrá contar lo que sepa - Dijo la militar desde el asiento de conductora. Los miré y asentí con la cabeza en señal de conformidad. Me dejaron sentado en una esquina y me dieron agua de una cantimplora. En ese momento vi a través de una pequeñísima ventana con un cristal blindado que el coche en el que yo iba montado lideraba una comitiva. Un comboy formado por 3 autobuses, seis coches utilitarios, tres vehículos militares sin contar el mío y cuatro coches policiales de la ciudad. . Se estaban llevando a los supervivientes. Allí tenían que ir los refugiados del polideportivo (entre ellos Rodey) y a buen seguro mis padres si habían sido hallados. Mi rostro debió de ser el culmen de la felicidad por que uno de los militares me dijo:
- Nos vamos a un lugar seguro, ya puedes estar más tranquilo. Tenemos a todos los supervivientes de la ciudad en esta caravana. - 
Realmente eran pocos coches. ¿Tan poca gente había sobrevivido? Casi no me lo podía creer.
La radio del vehículo empezó a sonar.
- A todas las unidades, confirmación de lanzamiento. -
La "chofer" cogió la radio 
- Confinamos posición. Comboy a 10 kilómetros de la ciudad. -
La radio dio su respuesta:
- Iniciamos la operación "limpieza" -
Pocos segundos después se desató el fuego y la destrucción sobre Hammond
[Continuará]


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